Nuestro sesudo DRAE define marimorena como expresión coloquial que equivale a riña, pendencia o camorra, aunque lo que el común suele entender es una bronca monumental o batalla campal que suele desarrollarse en el escenario de una taberna cañí.
Se cuenta que el origen del dicho bien podría situarse en una taberna de las Cavas madrileñas allá por el año de gracia de 1579, cuando a sus propietarios, el matrimonio formado por Alonso de Zayas y su señora Mari Morena, les fue abierta causa judicial por los desórdenes de máximo grado en las escalas de la época, que habían acontecido en su establecimiento. Dícese que Alonso, como era costumbre entonces, vendía a sus habituales parroquianos vino generosamente bautizado y que para cuando la ocasión lo requería, y el requerimiento no era otro que la ocasional visita de un noble, alto funcionario o burgués gentilhombre, guardaba un pellejo de vino de calidad en lo más recóndito de su almacén. Y sucedió que un mal día alguno de los clientes de menos pelo se calentó el gaznate y abrasó el magín a tal punto que empezó a reclamar a grandes voces que se le sirviera del vino fetén que el amo guardaba con celo. Mari Morena, que era mujer de muchas armas tomar y curtida en el menester de despachar borrachos faltones en menos que canta un gallo, le dijo de malos modos que se fuera a freír altramuces, porque de vino puro, o turco que entonces se decía, nasti de nasti.
En lo que se persigna un cura loco, se pasó de las palabras a los hechos y el parroquiano y la tabernera empezaron a lloverse sagradas formas el uno sobre la otra y la otra sobre el uno. La trifulca alcanzó tales proporciones que hubo de requerirse la presencia de la autoridad y personada ésta en el establecimiento hubo de esmerarse y mucho para que las aguas volvieran a su cauce. Una vez restablecido el orden y el concierto, la autoridad quiso saber cuál había sido el origen del batiburrillo y como es habitual en estos casos las partes quitaron importancia al asunto diciendo algo parecido a aquello de La verbena de la Paloma: “Aquí nadie ha pedido copas de vino; aquí se ha hablado del palo de la baraja, ¿estás?… copas de la baraja, como se podía haber hablado de otro palo cualesquiera”.
La susodicha autoridad, miembros de la Santa Hermandad y protagonistas del “a buenas horas mangas verdes”, entraron en razón y en pelillos a la mar cuando la Mari Morena sacó a plaza un plato de escabeche de taberna y otro de gallinejas, platos los más señeros de la gastronomía capitalina, con el arrimo de una jarra de vino de los Carabancheles. Todo fue entonces paz y armonía, pero la Mari Morena pasó al decir popular en la forma y manera, marimorena, en que se dijo y dio fe.