El famoso Benjamin Franklin paseaba cierto día con un amigo, más joven que él, que le preguntaba sobre la ansiedad y la inquietud que provoca el hecho de poseer demasiadas riquezas. Aquél le dio un ejemplo práctico.
Viendo cerca una canasta de manzanas, tomó una de ellas y se la dio a un niño, quien le agradeció con una amplia sonrisa. Tomó entonces otra manzana, y se la dio también. La alegría del pequeño ya no tenía límites. Tomando una tercera manzana, se la ofreció al niño. Este, a pesar de que tenía sus dos manos ocupadas, con gran esfuerzo logró coger la tercera manzana, pero en un descuido la última manzana cayó a un riachuelo cercano. El chico rompió a llorar.
"He aquí un hombre pequeño con demasiadas riquezas para poder gozar de ellas -dijo Franklin-. Con dos manzanas era feliz; con tres ya no lo es."
"He aquí un hombre pequeño con demasiadas riquezas para poder gozar de ellas -dijo Franklin-. Con dos manzanas era feliz; con tres ya no lo es."
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Publicado por Victorino Redondo F. para FxA el 4/05/2010 10:42:00 AM