[FRP] “Ni farrapos de gaita”



Segun el diccionario Gallego Castellano de Eladio Rodriguez Castellano :
"Frase que se usa para expresar el insignificante valor de una cosa."
Y otra :
"expresión gallega que indica que algo ni siquiera merece un mínimo de consideración"


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Publicado por VRedondoF para FRP el 11/30/2010 11:55:00 AM

[FRP] Venir al pelo



¿Sabías por qué VENIR AL PELO es algo oportuno, a punto, con toda exactitud, a medida del deseo?
La expresión al pelo es entendible en cuanto que es contraria a la expresión a contrapelo, 'fuera de tiempo, de modo inconveniente o intempestivo'.
Ambas tiene su origen en el pelo de las pieles y los paños.
Al pasar las mano a lo largo de un paño o piel, dependerá del lado o sentido al que se inclina el pelo para que la sensación recibida sea agradable o desagradable. Si se la acaricia en el sentido del pelo, la mano discurrirá de manera suave y fácil, en cambio, si se la acaricia a contrapelo es dificultoso y discontinuo.
La expresión se aplica también a las personas y los negocios. Así, estar al pelo es encontrarse bien o marchar bien un negocio.

Venir al pelo



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Publicado por VRedondoF para FRP el 11/28/2010 02:39:00 AM

[FRP] Dar pie



¿Sabías por qué DAR PIE es ofrecer ocasión o motivo para que otro haga o diga algo?


Esta locución proviene de la antigua expresión dar el pie, equivalente a 'ayudar a alguien a auparse a su cabalgadura'.
Así pues, es ofrecer las manos entrelazadas para dar un apoyo firme al pie del jinete, para que éste ponga el pie y se empuje para montar. Y en sentido figurado, dar apoyo moral o ayudar a que alguien suba a lo alto o que dé en hacer o decir algo que no haría o diría sin ayuda.

Dar pie



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Publicado por VRedondoF para FRP el 11/27/2010 01:24:00 PM

[CyP] Poquita cosa - Anton Chejov

Poquita cosa - Anton Chejov


Hace unos día invité a Yulia Vasilievna, la institutriz de mis hijos, a que pasara a mi despacho. Teníamos que ajustar cuentas.
-Siéntese, Yulia Vasilievna -le dije-. Arreglemos nuestras cuentas. A usted seguramente le hará falta dinero, pero es usted tan ceremoniosa que no lo pedirá por sí misma... Veamos... Nos habíamos puesto de acuerdo en treinta rublos por mes...
-En cuarenta...

-No. En treinta... Lo tengo apuntado. Siempre le he pagado a las institutrices treinta rublos... Veamos... Ha estado usted con nosotros dos meses...

-Dos meses y cinco días...

-Dos meses redondos. Lo tengo apuntado. Le corresponden por lo tanto sesenta rublos... Pero hay que descontarle nueve domingos... pues los domingos usted no le ha dado clase a Kolia, sólo ha paseado... más tres días de fiesta...
A Yulia Vasilievna se le encendió el rostro y se puso a tironear el volante de su vestido, pero... ¡ni palabra!

-Tres días de fiesta... Por consiguiente descontamos doce rublos... Durante cuatro días Kolia estuvo enfermo y no tuvo clases... usted se las dio sólo a Varia... Hubo tres días que usted anduvo con dolor de muela y mi esposa le permitió descansar después de la comida... Doce y siete suman diecinueve. Al descontarlos queda un saldo de... hum... de cuarenta y un rublos... ¿no es cierto?
El ojo izquierdo de Yulia Vasilievna enrojeció y lo vi empañado de humedad. Su mentón se estremeció. Rompió a toser nerviosamente, se sonó la nariz, pero... ¡ni palabra!

-En víspera de Año Nuevo usted rompió una taza de té con platito. Descontamos dos rublos... Claro que la taza vale más... es una reliquia de la familia... pero ¡que Dios la perdone! ¡Hemos perdido tanto ya! Además, debido a su falta de atención, Kolia se subió a un árbol y se desgarró la chaquetita... Le descontamos diez... También por su descuido, la camarera le robó a Varia los botines... Usted es quien debe vigilarlo todo. Usted recibe sueldo... Así que le descontamos cinco más... El diez de enero usted tomó prestados diez rublos.

-No los tomé -musitó Yulia Vasilievna.

-¡Pero si lo tengo apuntado!

-Bueno, sea así, está bien.

-A cuarenta y uno le restamos veintisiete, nos queda un saldo de catorce...
Sus dos ojos se le llenaron de lágrimas...
Sobre la naricita larga, bonita, aparecieron gotas de sudor. ¡Pobre muchacha!

-Sólo una vez tomé -dijo con voz trémula-... le pedí prestados a su esposa tres rublos... Nunca más lo hice...

-¿Qué me dice? ¡Y yo que no los tenía apuntados! A catorce le restamos tres y nos queda un saldo de once... ¡He aquí su dinero, muchacha! Tres... tres... uno y uno... ¡sírvase!
Y le tendí once rublos... Ella los cogió con dedos temblorosos y se los metió en el bolsillo.

-Merci -murmuró.
Yo pegué un salto y me eché a caminar por el cuarto. No podía contener mi indignación.

-¿Por qué me da las gracias? -le pregunté.

-Por el dinero.

-¡Pero si la he desplumado! ¡Demonios! ¡La he asaltado! ¡La he robado! ¿Por qué merci?

-En otros sitios ni siquiera me daban...

-¿No le daban? ¡Pues no es extraño! Yo he bromeado con usted... le he dado una cruel lección... ¡Le daré sus ochenta rublos enteritos! ¡Ahí están preparados en un sobre para usted! ¿Pero es que se puede ser tan tímida? ¿Por qué no protesta usted? ¿Por qué calla? ¿Es que se puede vivir en este mundo sin mostrar los dientes? ¿Es que se puede ser tan poquita cosa?
Ella sonrió débilmente y en su rostro leí: "¡Se puede!"
Le pedí disculpas por la cruel lección y le entregué, para su gran asombro, los ochenta rublos. Tímidamente balbuceó su merci y salió... La seguí con la mirada y pensé: ¡Qué fácil es en este mundo ser fuerte!
FIN


Poquita cosa[Cuento. Texto completo]
Anton Chejov









Antón Chéjov - Wikipedia, la enciclopedia libre


Antón Pávlovich Chéjov (en ruso Антон Павлович Чехов), (* Taganrog, 17 de enero/ 29 de enero de 1860 - Badenweiler (Alemania), 2 de julio/ 15 de julio de ...
es.wikipedia.org/wiki/Antón_Chéjov - En caché - Similares


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Publicado por VRedondoF para CyP el 11/27/2010 07:57:00 AM

[FRP] Venceréis, pero no convenceréis



Miguel de UnamunoAl poco tiempo de comenzar la Guerra Civil Española, hubo un encontronazo en Salamanca entre el gran escritor Miguel de Unamuno y el general José Millán-Astray, fundador de la Legión Española.

Era el 12 de octubre de aquel 1936 y en el paraninfo de la Universidad de Salamanca las palabras iban y venían mostrando unas posiciones que eran extremistas. El general estaba acompañado por muchos simpatizantes, entre ellos, un grupo de legionarios armados. En un determinado momento, después de un pequeño discurso, Millán-Astray dijo la famosa frase: "¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!".

La respuesta de Unamuno, hasta aquel momento comedido, a tales palabras fue: "Este es el templo de la inteligencia ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto […] Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España".

De este hecho nace el dicho de "Venceréis, pero no convenceréis", tan recurrente y cargado de significado.

Venceréis, pero no convenceréis




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Publicado por VRedondoF para FRP el 11/27/2010 02:11:00 AM

[FRP] Mambrú se fue a la guerra


John Churchill, duque de MarlborougLa editorial CEAC (Grupo Planeta) me ha hecho llegar un libro titulado "Historia de España para Dummies", cuyo autor es nada más y nada menos que D. Fernando García de Cortázar. Es decir, una visión amena y relajada de la historia de España, pero con la garantía de García de Cortázar. Por cierto, la primera historia de España, como tal, que leí, era de este autor. En una primera ojeada (y hojeada) ya he visto muchas de esas curiosidades y cuestiones que tanto me (nos) gustan. Ahí va una de ellas.

Sin duda ustedes conocerán la famosa canción:
Mambrú se fue a la guerra,
¡qué dolor, qué dolor, qué pena!,
Mambrú se fue a la guerra,
no sé cuando vendrá.
que do-re-mi, que do-re-fa,
no sé cuando vendrá.
El origen de esta famosa coplilla nos lleva a tiempos de la Guerra de Sucesión española, allá por los primeros años del siglo XVIII. Como ha ocurrido en otras ocasiones, España fue en aquel conflicto lugar de lucha de españoles pero también de gente venida de otros países europeos. Y precisamente fue un británico llamado John Churchill el que dio nombre a la canción.

Este hombre era el comandante de las tropas británicas, holandesas y alemanas que luchaban del lado de los austriacistas, es decir, de los que querían que el archiduque Carlos de Austria acabara en el trono español. Pero ¿qué tiene que ver John Churchill con Mambrú? Ahora les explico.

Resulta que este Churchill era duque de Marlborough, y claro, como para un español tal título era casi impronunciable, e impronunciable del todo en una canción, se le rebautizó como Mambrú, lo que realmente no dista mucho de Marlborough. Y así es como este británico se fue a la guerra, mire usted qué pena.


Fuente: Historia de España para Dummies, de Fernando García de Cortázar





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Publicado por VRedondoF para FRP el 11/26/2010 06:15:00 PM

[FRP] Comer del mismo plato.


¿Sabías por qué COMER DEL MISMO PLATO supone la existencia de familiaridad?

La expresión suele emplearse en sentido negativo. Decimos ¿cuándo hemos comido en el mismo plato? como queriendo decir ¿hay familiaridad entre nosotros para que me trate sin respeto?


En efecto, la expresión suele usarse para llamar la atención a nuestro interlocutor, en el sentido de que nos trata con una familiaridad que no se corresponde con la real, instándole a que nos trate con mayor respeto, sin tomarse libertades que no le hemos dado.


Según dice Sbarbi en su Gran diccionario de refranes, el dicho proviene de que antiguamente, cuando algún gran señor organizaba un festín, la etiqueta exigía que cada dama tuviese un caballero a su lado, y que para cada pareja hubiese un solo plato, un solo vaso y un solo cuchillo, aunque entre ambos no existiese una relación anterior. 


El talento del anfitrión consistía en colocar a los invitados de tal manera que la familiaridad que entre ellos se establecía fuese grata a ambos.



Comer del mismo plato



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Publicado por VRedondoF para FRP el 11/22/2010 02:59:00 AM

[CyP] La insignia - Julio Ramón Ribeyro

Hasta ahora recuerdo aquella tarde en que al pasar por el malecón divisé en un pequeño basural un objeto brillante. Con una curiosidad muy explicable en mi temperamento de coleccionista, me agaché y después de recogerlo lo froté contra la manga de mi saco. Así pude observar que se trataba de una menuda insignia de plata, atravesada por unos signos que en ese momento me parecieron incomprensibles. Me la eché al bolsillo y, sin darle mayor importancia al asunto, regresé a mi casa. No puedo precisar cuánto tiempo estuvo guardada en aquel traje que usaba poco. Sólo recuerdo que en una oportunidad lo mandé a lavar y, con gran sorpresa mía, cuando el dependiente me lo devolvió limpio, me entregó una cajita, diciéndome: "Esto debe ser suyo, pues lo he encontrado en su bolsillo".
Era, naturalmente, la insignia y este rescate inesperado me conmovió a tal extremo que decidí usarla.
Aquí empieza realmente el encadenamiento de sucesos extraños que me acontecieron. Lo primero fue un incidente que tuve en una librería de viejo. Me hallaba repasando añejas encuadernaciones cuando el patrón, que desde hacía rato me observaba desde el ángulo más oscuro de su librería, se me acercó y, con un tono de complicidad, entre guiños y muecas convencionales, me dijo: "Aquí tenemos libros de Feifer". Yo lo quedé mirando intrigado porque no había preguntado por dicho autor, el cual, por lo demás, aunque mis conocimientos de literatura no son muy amplios, me era enteramente desconocido. Y acto seguido añadió: "Feifer estuvo en Pilsen". Como yo no saliera de mi estupor, el librero terminó con un tono de revelación, de confidencia definitiva: "Debe usted saber que lo mataron. Sí, lo mataron de un bastonazo en la estación de Praga". Y dicho esto se retiró hacia el ángulo de donde había surgido y permaneció en el más profundo silencio. Yo seguí revisando algunos volúmenes maquinalmente pero mi pensamiento se hallaba preocupado en las palabras enigmáticas del librero. Después de comprar un libro de mecánica salí, desconcertado, del negocio.
Durante algún tiempo estuve razonando sobre el significado de dicho incidente, pero como no pude solucionarlo acabé por olvidarme de él. Mas, pronto, un nuevo acontecimiento me alarmó sobremanera. Caminaba por una plaza de los suburbios cuando un hombre menudo, de faz hepática y angulosa, me abordó intempestivamente y antes de que yo pudiera reaccionar, me dejó una tarjeta entre las manos, desapareciendo sin pronunciar palabra. La tarjeta, en cartulina blanca, sólo tenía una dirección y una cita que rezaba: SEGUNDA SESIÓN: MARTES 4. Como es de suponer, el martes 4 me dirigí a la numeración indicada. Ya por los alrededores me encontré con varios sujetos extraños que merodeaban y que, por una coincidencia que me sorprendió, tenían una insignia igual a la mía. Me introduje en el círculo y noté que todos me estrechaban la mano con gran familiaridad. En seguida ingresamos a la casa señalada y en una habitación grande tomamos asiento. Un señor de aspecto grave emergió tras un cortinaje y, desde un estrado, después de saludarnos, empezó a hablar interminablemente. No sé precisamente sobre qué versó la conferencia ni si aquello era efectivamente una conferencia. Los recuerdos de niñez anduvieron hilvanados con las más agudas especulaciones filosóficas, y a unas digresiones sobre el cultivo de la remolacha fue aplicado el mismo método expositivo que a la organización del Estado. Recuerdo que finalizó pintando unas rayas rojas en una pizarra, con una tiza que extrajo de su bolsillo.
Cuando hubo terminado, todos se levantaron y comenzaron a retirarse, comentando entusiasmados el buen éxito de la charla. Yo, por condescendencia, sumé mis elogios a los suyos, mas, en el momento en que me disponía a cruzar el umbral, el disertante me pasó la voz con una interjección, y al volverme me hizo una seña para que me acercara.
-Es usted nuevo, ¿verdad? -me interrogó, un poco desconfiado.
-Sí -respondí, después de vacilar un rato, pues me sorprendió que hubiera podido identificarme entre tanta concurrencia-. Tengo poco tiempo.
-¿Y quién lo introdujo?
Me acordé de la librería, con gran suerte de mi parte.
-Estaba en la librería de la calle Amargura, cuando el...
-¿Quién? ¿Martín?
-Sí, Martín.
-¡Ah, es un colaborador nuestro!
-Yo soy un viejo cliente suyo.
-¿Y de qué hablaron?
-Bueno... de Feifer.
-¿Qué le dijo?
-Que había estado en Pilsen. En verdad... yo no lo sabía.
-¿No lo sabía?
- No -repliqué con la mayor tranquilidad.
-¿Y no sabía tampoco que lo mataron de un bastonazo en la estación de Praga?
-Eso también me lo dijo.
-¡Ah, fue una cosa espantosa para nosotros!
-En efecto -confirmé- Fue una pérdida irreparable.
Mantuvimos una charla ambigua y ocasional, llena de confidencias imprevistas y de alusiones superficiales, como la que sostienen dos personas extrañas que viajan accidentalmente en el mismo asiento de un ómnibus. Recuerdo que mientras yo me afanaba en describirle mi operación de las amígdalas, él, con grandes gestos, proclamaba la belleza de los paisajes nórdicos. Por fin, antes de retirarme, me dio un encargo que no dejó de llamarme la atención.
-Tráigame en la próxima semana -dijo- una lista de todos los teléfonos que empiecen con 38.
Prometí cumplir lo ordenado y, antes del plazo concedido, concurrí con la lista.
-¡Admirable! -exclamó- Trabaja usted con rapidez ejemplar.
Desde aquel día cumplí una serie de encargos semejantes, de lo más extraños. Así, por ejemplo, tuve que conseguir una docena de papagayos a los que ni más volví a ver. Más tarde fui enviado a una ciudad de provincia a levantar un croquis del edificio municipal. Recuerdo que también me ocupé de arrojar cáscaras de plátano en la puerta de algunas residencias escrupulosamente señaladas, de escribir un artículo sobre los cuerpos celestes, que nunca vi publicado, de adiestrar a un menor en gestos parlamentarios, y aun de cumplir ciertas misiones confidenciales, como llevar cartas que jamás leí o espiar a mujeres exóticas que generalmente desaparecían sin dejar rastros.
De este modo, poco a poco, fui ganando cierta consideración. Al cabo de un año, en una ceremonia emocionante, fui elevado de rango. "Ha ascendido usted un grado", me dijo el superior de nuestro círculo, abrazándome efusivamente. Tuve, entonces, que pronunciar una breve alocución, en la que me referí en términos vagos a nuestra tarea común, no obstante lo cual, fui aclamado con estrépito.
En mi casa, sin embargo, la situación era confusa. No comprendían mis desapariciones imprevistas, mis actos rodeados de misterio, y las veces que me interrogaron evadí las respuestas porque, en realidad, no encontraba una satisfactoria. Algunos parientes me recomendaron, incluso, que me hiciera revisar por un alienista, pues mi conducta no era precisamente la de un hombre sensato. Sobre todo, recuerdo haberlos intrigado mucho un día que me sorprendieron fabricando una gruesa de bigotes postizos pues había recibido dicho encargo de mi jefe.
Esta beligerancia doméstica no impidió que yo siguiera dedicándome, con una energía que ni yo mismo podría explicarme, a las labores de nuestra sociedad. Pronto fui relator, tesorero, adjunto de conferencias, asesor administrativo, y conforme me iba sumiendo en el seno de la organización aumentaba mi desconcierto, no sabiendo si me hallaba en una secta religiosa o en una agrupación de fabricantes de paños.
A los tres años me enviaron al extranjero. Fue un viaje de lo más intrigante. No tenía yo un céntimo; sin embargo, los barcos me brindaban sus camarotes, en los puertos había siempre alguien que me recibía y me prodigaba atenciones, y en los hoteles me obsequiaban sus comodidades sin exigirme nada. Así me vinculé con otros cofrades, aprendí lenguas foráneas, pronuncié conferencias, inauguré filiales a nuestra agrupación y vi cómo extendía la insignia de plata por todos los confines del continente. Cuando regresé, después de un año de intensa experiencia humana, estaba tan desconcertado como cuando ingresé a la librería de Martín.
Han pasado diez años. Por mis propios méritos he sido designado presidente. Uso una toga orlada de púrpura con la que aparezco en los grandes ceremoniales. Los afiliados me tratan de vuecencia. Tengo una renta de cinco mil dólares, casas en los balnearios, sirvientes con librea que me respetan y me temen, y hasta una mujer encantadora que viene a mí por las noches sin que yo la llame. Y a pesar de todo esto, ahora, como el primer día y como siempre, vivo en la más absoluta ignorancia, y si alguien me preguntara cuál es el sentido de nuestra organización, yo no sabría qué responderle. A lo más, me limitaría a pintar rayas rojas en una pizarra negra, esperando confiado los resultados que produce en la mente humana toda explicación que se funda inexorablemente en la cábala.
FIN
1952



La insignia
[Cuento. Texto completo]
Julio Ramón Ribeyro



Julio Ramón Ribeyro Zúñiga (Lima, 31 de agosto de 1929 - Lima, 4 de diciembre de 1994) fue un escritor peruano, considerado uno de los mejores cuentistas de ...
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Publicado por VRedondoF para CyP el 11/20/2010 08:15:00 AM

[FRP] ADEFESIO


La palabra adefesio generalmente se asocia con la extravagancia, cuando se aplica a las personas además puede denotar ridiculez o fealdad.

[editar]Origen

El término proviene del latín ad efesios refieriéndose a la epístola de san Pablo a los Efesios.
Miguel de Unamuno (1864-1936) explica que el origen de "adefesio" está en los consejos y analogías (extraídos de la Epístola a los Efesios) que les lee el célibe sacerdote católico a las parejas que van a casarse, consejos de los que nadie hace ningún caso:
Que la esposa se someta a su marido como al Señor. En efecto, el marido es la cabeza de su esposa, como Cristo es cabeza de la iglesia, cuerpo suyo. Y así como la Iglesia se somete a Cristo, así también la esposa debe someterse en todo a su marido. Marido, ama a tu esposa como Cristo amó a la iglesia [...] y la bañó y la santificó mediante el bautismo de agua. Él mismo debía prepararla porque deseaba una iglesia espléndida, sin mancha ni arruga ni nada parecido. [...] Esclavo, obedece a tu patrón con temor y temblor, con corazón sencillo, como quien obedece a Cristo. No sirvas solamente cuando te vigilan, [...] sino que cumple de todo corazón la voluntad de tu patrón.
Efesios 5.22-27 y 6.5-6#F0FFFF

[editar]Historia de la palabra

El teólogo Paul A. Zimmerman afirma que "hablar adefesios" primero significó 'hablar en balde' y después 'decir algo extravagante'. Más tarde el término habría pasado a las personas y a las ropas. "Andar hecho un adefesio" equivale hoy a 'estar tan feo como ridículo'.
Según el Diccionario Histórico de la Lengua Española la palabra "adefesio" se basa en un historia acerca de un sacerdote católico que debía leer una de las paulinas Epístolas a los Corintios tomó por error la Epístola a los Efesios, del mismo autor. Por esa razón las afirmaciones equivocadas se llamaron "adefesios".
Los católicos niegan la veracidad de esa historia y sostienen que ad efesio pasó a significar 'disparate', 'adorno ridículo' o 'persona muy fea' debido a que durante el tiempo que permaneció en Éfeso, san Pablo corrió peligro y en una ocasión estuvo a punto de ser muerto por el populacho incitado por los comerciantes y sacerdotes que vivían del culto a Diana (Artemisa). ElDiccionario de la Real Academia Española se adhiere a esa opinión.
El filólogo Joaquim Vicenç Bastús y Carrera (Tremp, 1799 - Barcelona, 1873), en su refranero La sabiduría de las naciones o evangelios abreviados (1862) explica que la palabra "adefesio" podría proceder de la historia de Hermodoro, ciudadano de Éfeso de brillante posición pero que finalmente fue condenado al ostracismo. Desde entonces "hablar adefesios" (literalmente 'hablar a la gente de Éfeso') equivale a hablar inútilmente a personas que no hacen ningún caso de nuestras palabras.


Adefesio - Wikipedia, la enciclopedia libre

La palabra adefesio generalmente se asocia con la extravagancia, cuando se aplica a las personas además puede denotar ridiculez o fealdad. ...
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Epístola a los Efesios - Wikipedia, la enciclopedia libre

La Epístola a los efesios es uno de los libros de la Biblia en el Nuevo Testamento. Se atribuye su escritura a Pablo de Tarso en Roma para sus seguidores de ...
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Publicado por VRedondoF para FRP el 11/11/2010 12:15:00 PM

[FRP] Batir el cobre



¿Sabías por qué BATIR EL COBRE significa intentar una cosa con mucho empeño?
Batir o batirse el cobre, que también se dice así, significa trabajar mucho y con viveza para conseguir un objetivo. También disputar con mucho acaloramiento.
Cuando se bate o labra el cobre se martillea sobre la pieza con fuerza y con golpes continuados y vivos. Se suele estar sobre una pieza martilleando hasta tres y cuatro hombres juntos, guardando el compás de los golpes y de forma continuada, sin interrupción hasta la finalización.
De esta manera de trabajar, tenaz y constante, se ha extraído el significado figurado de la expresión.

Batir el cobre



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Publicado por VRedondoF para FRP el 11/10/2010 05:56:00 PM